Testimonio fotográfico de la tragedia en Quito
(GK) Un testimonio fotográfico tras el aluvión en La Gasca
El 31 de enero, un aluvión devastó un populoso barrio de Quito. Así quedó La Gasca tras el desastre.Diego Lucero · 1 de febrero del 2022
Alas 7 de la mañana del 1 de febrero de 2021, entrar a La Gasca era muy difícil: las calles estaban cubiertas de basura, sedimentos y restos tras el aluvión del día anterior. En algunas partes, los remanentes del desastre superaban el metro de altura.
Las calles de La Gasca, tradicionalmente ajetreadas y repletas, estaban casi vacías. A lo lejos se escuchaban gritos de ayuda, el golpeteo de las palas contra el lodo, y tractores que, entre la llovizna de la mañana, intentaban mover el sedimento. Sus operarios se movían con cautela, temerosos de causar un derrumbe que complicase más las tareas de rescate y limpieza.
Casas afectadas por el aluvión alrededor del parque Pambachupa. Fotografía de Diego Lucero para GK.
Las vecinos de La Gasca, un barrio movido y populoso, luchaban por sacar el sedimento de sus casas —pero todo esfuerzo parecía ser insuficiente. La cantidad de piedras, palos, troncos, y todo cuanto el aluvión con el que se alimentaba, era tal que había quienes tenían a los árboles de veredas y parterres dentro de sus patios. Con palas, escobas, fierros, varios moradores asistían a quienes más daños habían sufrido. Muchos, decían, vivían con el alivio de que en su cuadra los daños eran únicamente materiales.
Un hombre mira dentro de una de las casas dañadas por el aluvión en la calle Nuñez de Bonilla. Fotografía de Diego Lucero GK.
Del lado de la calles Nuñez de Bonilla y Domingo Espinar, el panorama era distinto y mucho más desolador: estaban cubiertas de lodo y a lo lejos se veían varios vehículos que habían sido arrastrados por la fuerza del aluvión. No había cómo poner un pie en esas calles sin hundirse o sentir la fuerza con la que aún el sedimento bajaba. Varios grupos de personas recorrían los espacios cercanos al parque de Pambachupa con el rostro marcado por el dolor y la angustia. Muchas buscaban a sus familiares, quienes el día anterior se habían reunido, como era costumbre, a jugar volleyball en la cancha del barrio.
Lo que queda de la cancha de volley y del parque Pambachupa. Fotografía de Diego Lucero para GK.
El ambiente era tenso. En algunas esquinas se podía observar cómo las personas habían reunido prendas de ropa y zapatos para identificar si pertenecían a alguna de los desaparecidos. De a poco llegaban las grúas y volquetas que fueron recibidas por unos pocos aplausos de los habitantes del sector.
Algunos, conmocionados, contaban cómo habían logrado entrar a sus casas minutos antes del desastre. Otros, recordaban con dolor que ese día decidieron no salir y, a diferencia de sus amigos, no desaparecieron en medio de este desastre.
La avenida La Gasca después del aluvión. Fotografía de Diego Lucero para GK.
La mañana avanzó. De a poco fue llegando la maquinaria pesada destinada a limpiar el desastre. Algunas calles se despejaron; otras fueron cerradas para evaluar los daños. Varios vecinos salieron a sus trabajos y era como si caminaran bajo una nube de duda: ¿volvería la tragedia a repetirse con la lluvia que seguía cayendo? Todos parecían compartir el temor de que, aquellas casas que no fueron afectadas, mañana no corran con la misma suerte.
Pobladores de La Gasca se unen para limpiar locales comerciales. Fotografía de Diego Lucero para GK.
El parque de Pambachupa después del aluvión de la avenida La Gasca. Fotografía de Diego Lucero para GK.
Calle Domingo Espinal, una de las más afectadas por el aluvión. Fotografía de Diego Lucero para GK.