¿Quién es El Gato Farfán, el narcotraficante ecuatoriano, nexo del cártel de Sinaloa y el Jalisco Nueva Generación?
Wilder Emilio Sánchez Farfán —el narcotraficante ecuatoriano requerido por la justicia estadounidense— fue detenido en Colombia, después de 18 meses de investigaciones, a cuatro días del fracaso de la consulta popular. En Ecuador, El Gato no le debe nada a la justicia ecuatoriana.
GK Karol E. Noroña · Última actualización 13 de febrero del 2023
Cuando fue detenido en Pasto, Wilder Emilio Sánchez Farfán tenía la misma expresión que cuando estaba en las cárceles ecuatorianas: la mirada esquiva y los labios tensionados. El 9 de febrero de 2023, en la ciudad colombiana del municipio de Nariño, uno de los que concentra mayor cultivo de coca en Colombia, el Gato Farfán —requerido por la justicia de Estados Unidos— fue capturado por la Policía colombiana mientras viajaba en una camioneta gris de alta gama, placa LCR 188, en la vía panamericana de Pasto.
De acuerdo con la Fiscalía colombiana, el narcotraficante ecuatoriano estaba intentando concretar una de sus “vueltas”: el transporte de cocaína a Centroamérica. Ahora, El Gato permanece recluido en la cárcel de La Picota, en Bogotá, hasta que el trámite de su extradición, pedida por la Corte del Distrito Sur de California, se concrete.
En México, su vínculo de confianza sigue siendo el sinaloense Miguel Ángel ‘El Flaco’ Valdez, uno de los hombres de confianza del histórico líder del cártel de Sinaloa, Ismael ‘El Mayo’ Zambada. El Gato y El Flaco fueron sentenciados juntos en 2014. Por eso, sus alcances también se extendieron no solo con el cártel de Sinaloa, sino también con el Jalisco Nueva Generación y el Clan Devesa, de España.
La DEA —la Administración para el Control de Drogas de Estados Unidos— y la Dijín estiman que El Gato lograba transportar, al menos, seis toneladas de droga al mes.
La chompa gris que El Gato Farfán vestía dejaba ver, apenas, el tatuaje de tigre que terminó delatándolo durante un control rutinario, cuando mostró una identificación falsa que usaba para movilizarse en el país colombiano. En Ecuador —aunque la Fiscalía no ha anunciado una nueva causa abierta en su contra ni se registra otro proceso penal en los registros de la función judicial—, el narcotraficante ha sido señalado por la Policía como uno de los supuestos responsables de las masacres carcelarias y de muertes violentas como la de Carlos Kada, presunto financista de la organización criminal Los Tiguerones, aliadas en Ecuador del cártel Jalisco Nueva Generación. También lo vinculan con el asesinato del fallecido líder de Los Choneros, Jorge Luis Zambrano, alias JL o Rasquiña, quien, hasta 2020, trabajó también en alianza con el cártel de Sinaloa.
Pero su detención —según dijo el gobierno ecuatoriano— no fue improvisada. A la Policía ecuatoriana, aseguró el ministro del Interior Juan Zapata, le tomó dieciocho meses de investigaciones, a cargo de la Unidad de Lucha Contra Crimen Organizado (ULCO), el monitoreo y rastro de El Gato, que fue capturado en un operativo binacional llamado Ceres. Aquella diligencia no solo concluyó con su detención, sino con dos allanamientos en Imbabura y Guayas donde fue detenido un ciudadano albanés llamado Artur Rrapaj, quien sería su nexo con mafias europeas, incluida la albanesa que, de acuerdo con la Policía, opera, sobre todo, en Guayas.
La noticia de su captura —luego de haber salido de prisión en una polémica prelibertad otorgada por el juez José Tamayo, en octubre de 2015, el mismo que rebajó la condena de Jorge Luis Zambrano, el fallecido líder de Los Choneros— fue publicitada por el gobierno de Guillermo Lasso como uno de sus mejores logros, en medio de una profunda crisis institucional de la que no ha logrado salir. Pero ni el “golpe” contra El Gato logró detener la polémica de la salida de gran parte de su gabinete ministerial y círculo cercano, salpicado por denuncias de corrupción.
Estamos golpeando a los mafiosos y sus estructuras criminales. Alias “Gato Farfán”, de los narcotraficantes más buscados en el mundo, fue capturado gracias al trabajo en conjunto entre Ecuador y Colombia. Regresaremos la seguridad y la paz de los ecuatorianos. pic.twitter.com/2A6e43sVDi
— Guillermo Lasso (@LassoGuillermo) February 9, 2023
Ahora, el camino está trazado para la inevitable extradición del narcotraficante nacido en la provincia andina de Bolívar, que cumplirá 42 años el 28 de septiembre de 2023. Luego de su detención, El Gato fue trasladado a Bogotá, donde se concretará el trámite para su posterior extradición a suelo estadounidense, donde debe responder por cargos en su contra por narcotráfico. En ese país, el delito se llama: “concierto para distribuir 5 kilogramos o más de cocaína con el conocimiento y la intención que dicha sustancia sería ilegalmente importada a los Estados Unidos razonable para ser importada a Estados Unidos”.
No es cualquier extradición: El Gato Farfán es uno de los hombres clave del cártel de Sinaloa y el cártel Jalisco Nueva Generación en Ecuador. De bajo perfil, analítico y lejos del oropel de joyas en manos y cuello —como suelen ser retratados los capos del narco en la región— Farfán comenzó, primero, como implementador de laboratorios para el procesamiento de drogas entre 2010 y 2012.
Luego, El Gato pasó a ser el operador logístico —aunque también lo han señalado como custodio— del fallecido ex capitán Telmo Castro, alias El Capi, con quien fue detenido en 2013, junto a varias personas. Entre ellas, uno de sus grandes aliados: el mexicano Miguel Ángel ‘El Flaco’ Valdez, quien le abrió las puertas del mundo criminal liderado por el intocable Ismael, El Mayo, Zambada, el histórico capo del cártel de Sinaloa que se la ha pasado traficando drogas desde hace 60 años sin haber pisado una cárcel en sus 75 años de vida.
Después del asesinato de El Capi, en la cárcel regional de Guayaquil, El Gato escaló —y en silencio— hasta llegar al radar de la DEA y convertirse en uno, no el único, nexo de los cárteles internacionales en este país. Tanto, que ahora enfrenta cargos en Estados Unidos, señalado por transportar cocaína por tierra desde los laboratorios de fabricación en el sur de Colombia hasta Ecuador. Y, desde territorio ecuatoriano, la trasladaba por tierra, aire y barcos marítimos, incluidos contenedores comerciales, a través de Centroamérica y México hacia Estados Unidos.
Por eso, en febrero de 2022, la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC), la institución dependiente del Departamento del Tesoro de Estados Unidos, sancionó a través de la Orden Ejecutiva 14059 a El Gato Farfán y a su aliado, el mexicano Flaco Valdez, bloqueando todas sus propiedades registradas en el país estadounidense al incluirlo en la Lista Clinton.
Captura del “Gato”
Momento de la captura del narcotraficante Emilio Farfán, el blanco de mayor valor para el Estado ecuatoriano. Estos son los primeros resultados de la cooperación con Colombia en seguridad. Seguiremos informando. pic.twitter.com/wrvW5iZph6— Guillermo Lasso (@LassoGuillermo) February 9, 2023
Este fue el allanamiento a la casa del Gato, considerado por la OFAC, como uno de los mayores narcotraficantes del mundo. Tenía nexos con el Cartel de Sinaloa y con el CJNG. Así mismo, es unos de los responsables de las masacres ocurridas recientemente en cárceles ecuatorianas. pic.twitter.com/qZGM5F87nh
— Guillermo Lasso (@LassoGuillermo) February 9, 2023
La detención de El Gato llega, además, en un timing político interesante: ocurrió a cuatro días de conocerse la derrota del gobierno en la consulta popular —aunque, para el 10 de febrero nada está dicho por las denuncias de irregularidades en el proceso electoral. Sin embargo, aún con la incertidumbre de lo que ocurrirá con los resultados electorales, de haberse aprobado la extradición en el referéndum constitucional, El Gato Farfán podría haber sido el gran trofeo de Ecuador. Pero no ocurrió. Los 18 meses destinados a las investigaciones para dar con el paradero de Farfán han servido para que sea el Estado colombiano quien termine cumpliendo con la extradición de Farfán.
Dice el periodista italiano Roberto Saviano —en su emblemático libro 000— que, lejos de los lujos y la propaganda del narco que caracterizó a El Chapo y a Pablo Escobar, las nuevas generaciones de capos apuntan a un blindaje invisible, desapercibido. Así se perfila también a El Gato durante los últimos seis años, a su ex jefe, alias El Capi Castro, o alias Gerald, llamado Pablo Escobar ecuatoriano, que cumple una condena de 19 años luego de haber sido extraditado a Estados Unidos después de haber sido detenido en Colombia.
El Gato —dice una fuente carcelaria que lo conoció en la cárcel regional de Guayaquil en 2014— siempre fue una figura respetada e introspectiva, tranquila. Con la revisión de su expediente y las voces de quienes compartieron prisión con él, presentamos los momentos clave de su estancia en las cárceles ecuatorianas y su crecimiento hasta llegar a ser uno de los grandes nombres del crimen organizado transnacional.
El Gato Farfán, un capo silencioso y estratégico
Quienes vieron por primera vez a Wilder Emilio Sánchez Farfán —nacido el 27 de septiembre de 1980, en la parroquia rural San Luis de Pambil en la provincia de Bolívar, una zona donde el 35% de población es indígena— en prisión dicen que era un hombre tranquilo. No provocaba rencillas. “No se metía con nadie. Ni él ni los mexicanos, con quienes compartía celda y pabellón en mínima seguridad. El Gato iba del taller a la celda, de la celda al taller”, dice una fuente carcelaria que lo conoció en la Penitenciaría del Litoral, a donde El Gato fue trasladado por primera vez, luego de ser condenado a cuatro años de prisión.
Su gran aliado y mentor, el ex capitán de Inteligencia militar, Telmo Castro, fue condenado junto a él por narcotráfico, en 2014. El Gato como cómplice; Castro, como cabecilla.
Pero, para cuando El Gato fue condenado, no tenía tanto poder operativo como el hombre cuarentañero de look juvenil —jean, hoodie gris y chompa negra— que fue detenido en Pasto para su posterior extradición. Tampoco tenía la mansión de fachada roja, piscina interna y pisos de cerámica donde la Policía ecuatoriana encontró 27 fajos de dinero con billetes de 20 dólares cada uno, el 9 de febrero de 2023.
El rostro de El Gato Farfán saltó a la esfera pública cuando él y el Capi Castro, junto a otras personas, entre ellas, el Flaco Valdez —lugarteniente de El Mayo Zambada, líder del cártel de Sinaloa— fueron detenidos el 6 de junio de 2013 en el conocido operativo Galaxia en provincias diferentes: Los Ríos, Guayas y Azuay, durante el gobierno del ex presidente Rafael Correa, y el entonces liderazgo del ex ministro del Interior, José Serrano.
En aquellos años, cuando el proceso penal comenzó, El Capi era ampliamente conocido en el mundo criminal: fue detenido el 2 de octubre de 2008 mientras transportaba 500 kilos de cocaína junto a otros militares. Entonces, el operativo policial Aniversario se concretó y ocho toneladas de droga fueron decomisadas. La Policía ya sabía que El Capi era uno de los hombres esenciales del cártel de Sinaloa en Ecuador. Y El Gato Farfán se convirtió en una de sus fichas humanas clave: él implementó, al menos, cinco laboratorios de conversión de drogas entre mayo del 2010 y abril del 2012, de acuerdo con información publicada por la Policía Nacional, en 2013.
Para concretar el transporte de la droga, El Capi y su estructura organizada, con El Gato Farfán como su principal operador logístico usaban avionetas que salían desde diversas zonas —varias de ellas fueron descubiertas en tres operativos: Cristal, Danubio Azul, Centurión y Galaxia, en el que finalmente fueron detenidos.
6 de junio de 2013, la caída de El Capi y El Gato Farfán
Para El Capi Castro y El Gato Farfán, el jueves 6 de junio parecía un día prometedor: planeaban concretar el envío de una avioneta llena de droga en alianza con lugartenientes del cártel de Sinaloa. No sabían, sin embargo, que los estaban persiguiendo y que el hallazgo de 498.725 gramos de cocaína les arrebataría la libertad. Ambos fueron beneficiados con el régimen de prelibertad, pero solo uno quedó vivo: El Capi fue asesinado con 15 puñaladas el 3 de diciembre de 2013.
La jornada había comenzado a las ocho de la mañana. Telmo Castro, de 40 años, y Wilder Farfán, de 32 años, en aquel entonces, se reunieron en una cafetería llamada Sal y Pimienta, en el cantón Samborondón, en Guayas. 15 minutos después, ambos salieron para darle encuentro a otros dos hombres, que viajaban hacia el cantón El Empalme, en un vehículo marca Kia.
Con ese mismo auto, los hombres llegaron a El Empalme a las 12:15. En los próximos treinta minutos, fueron a una agencia del Banco Pichincha, salieron y fueron a un restaurante a las afueras de la ciudad. Allí se encontraron, de nuevo, con El Capi Castro y El Gato Farfán, que estaban acompañados por otra persona. Dos horas después, los cinco hombres salieron del restaurante.
El Gato y El Capi se fueron y los otros tres hombres viajaron a Quevedo y permanecieron cerca de la Unidad de Policía Comunitaria San Luis hasta que llegaron dos autos diferentes. Una vez que coincidieron, los tres hombres escoltaron a los vehículos hasta el sector de la Y, en Santa Lucía, que está a menos de 20 minutos. Luego, ingresaron a la pista de aterrizaje del sector Campo Verde, que está asentada en el kilómetro 1.5 de la transitada vía El Empalme-Pichincha.
A las cinco de la tarde, llega uno de los hombres que se había encontrado con El Capi y El Gato Farfán en la mañana en la pista de aterrizaje a bordo de una camioneta Mazda. Después de estacionarse al final de la pista, bajó del vehículo varias canecas plásticas.
Casi a las seis de la tarde, aterrizó en la pista la avioneta Centurión II —de color blanco y azul, cuya matrícula era XB-HUT, que fue estacionado a lado de las canecas plásticas. De aquella avioneta se bajaron los mexicanos Miguel Ángel ‘El Flaco’ Valdez, uno de los principales operadores del cártel de Sinaloa en la región, que tenía apenas 24 años, y el piloto Luis Aguirre, de 28 años, y abastecieron a la aeronave de combustible.
Después de una hora, a las siete de la noche, finalmente llegaron El Capi Castro y El Gato Farfán a la pista, de acuerdo con registros judiciales, en el vehículo Kia. Ambos hablaron con El Flaco Valdes, Aguirre y el hombre con el que se habían reunido por la mañana. Luego de menos de quince minutos, El Capi y El Gato abandonaron la zona.
Mientras la reunión entre narcotraficantes ecuatorianos y mexicanos culminaba, a las 7 y 10 de la noche, un camión —con un cajón de madera— viajaba por la vía Pichincha-El Empalme con rumbo a la misma pista de aterrizaje. Pero, pronto, vieron a un grupo de policías desplegado en la pista. El camión se detuvo a menos de 50 metros de la pista. Los hombres salieron corriendo hacia las plantaciones de maíz asentadas cerca, para intentar fugarse, mientras disparaban contra los policías.
En el camión estaba toda la evidencia: 450 paquetes, tipo ladrillo, cubiertos con cajones de madera y cinta de embalaje, llenos de cocaína. La policía lo comprobó luego de usar reactivos químicos.
Fue el fiscal Leónidas Lema Muñoz, de la Fiscalía de Delincuencia Organizada Transnacional e Internacional de Guayas, quien dispuso el ingreso de la Policía y personal de la institución a la pista, donde fueron detenidos El Flaco Valdes y Luis Aguirre.
La jueza Alicia Argüello, por otro lado, también ordenó la detención de El Capi Castro y El Gato Farfán. Fueron capturados en el kilómetro 16 de la vía Empalme-Pichincha, en el mismo vehículo Kia que abordaron desde las ocho de la mañana. También fueron apresados sus otros cómplices: Julio Peláez, José Luis Zambrano, Jaime Mallorca, Moisés Parraga y Darwin Zambrano, que, de acuerdo con la Fiscalía, era el hombre de confianza de El Gato Farfán.
En otro allanamiento en una urbanización en Guayaquil, enmarcado en la investigación, fue detenido Roberto Castro, por supuestamente estar vinculado a la estructura delictiva. Sin embargo, tiempo después, la Fiscalía se abstendría de acusarlo.
498.725 gramos de cocaína. Esa fue la cantidad de droga que le costó su caída a El Capi y El Gato, junto a sus aliados mexicanos y ecuatorianos.
Cuando los detuvieron, Telmo Castro tenía en su poder ocho tarjetas de presentación: una de tarjeta de servicio militar —aunque para ese entonces ya había pedido su baja voluntariamente—. El Gato Farfán, en cambio, tenía entre sus pertenencias, granadas tipo limón, seis cohetes, seis cargas explosivas de forma cilíndrica y 900 dólares.
Meses después, el 27 de enero de 2014, todos los hombres detenidos —excepto Roberto Castro, que fue sobreseído— fueron llamados a juicio por narcotráfico.
Pese a que El Capi y los mexicanos acusados interpusieron recursos de nulidad, fueron rechazados por la justicia ecuatoriana.
El 13 de junio de 2016, El Capi Castro fue condenado a 16 años de reclusión por narcotráfico y una multa de ocho mil salarios mínimos. La pena le fue impuesta por haber reincidido en el mismo delito. Los mexicanos Miguel Ángel Valdez y Luis Aguirre fueron sentenciados a ocho años de prisión en calidad de autores.
El Gato, quien para ese entonces ya tenía 33 años, fue sentenciado, junto a Jaime Mallorca, Darwin Antonio Zambrano, José Luis Zambrano y Julio Alejandro Pelaez, a cuatro años de prisión como cómplices del delito. Moisés Parraga, en cambio, fue absuelto.
En agosto de 2014, los sentenciados apelaron a la decisión. Solo Julio Peláez presentó un recurso de nulidad.
En segunda instancia, la Corte Provincial de Pichincha le rebajó la condena a El Capi a trece años y una multa de mil salarios mínimos. Contra los mexicanos se ratificó la condena y para El Gato Farfán y los otros cuatro hombres se impuso una sentencia de cuatro años de prisión y una multa de quinientos salarios mínimos cada uno.
El Gato, actual ‘blanco de más alto valor para Ecuador’, según el gobierno del presidente Guillermo Lasso, fue trasladado a la cárcel de Guayaquil junto a los otros condenados. Y una vez adentro, su estancia fue tranquila.
Dice la fuente carcelaria —que lo conoció en 2014— que los narcotraficantes mexicanos condenados, junto a El Gato, hicieron un solo grupo en la cárcel, mientras cumplían su sentencia “formaron un solo grupo; respetaban mucho a los funcionarios y allí se los consideraba más tranquilos y, sobre todo, inteligentes”, dice la fuente.
El Gato, describe la fuente, no era un narcotraficante vanidoso, opulento. “Después de 2014, a El Capi lo mandaron a Quito. Y ellos se quedaron aquí, en Guayaquil. Y no hacían relajo, nunca hubo ningún inconveniente con ellos. Y quizá esa es su forma de ser, más estratégicos. No dudo que por eso, ahora El Gato sea un hombre tan respetado en el narcotráfico”.
El Gato no solo estuvo en la prisión de Guayaquil, sino también en la cárcel de Turi, en Cuenca, por pedido voluntario. También enfrentó otro proceso penal menor en 2015 por el ingreso de objetos prohibidos a prisión —encontraron armas blancas en la celda que compartía con el piloto Aguirre y otro hombre llamado Jacinto Briones. Sin embargo, solo fue condenado el tercero, pues El Capi y Aguirre dijeron no tener conocimiento de que esas armas estaban en la celda.
El 28 de octubre de ese mismo año, el juez José Tamayo —el mismo que rebajó la condena de Jorge Luis Zambrano de veinte a ocho años de reclusión para que pudiera acceder a la prelibertad— le permitió a El Gato dejar su celda en Turi y culminar su condena en libertad.
En el contexto actual de Ecuador, donde decisiones judiciales son cuestionadas por beneficiar a líderes delictivos, la decisión del juez Tamayo, que ejercía su labor en la Unidad Judicial de Guayaquil, sería aún más polémica: la norma dicta que el juez que debe conocer una solicitud de cambio de régimen debe estar en el mismo territorio donde un interno cumple su condena. Es decir, el juez que otorgó el régimen semiabierto debía estar en Turi y no en Guayaquil.
Tamayo fue destituido y procesado por prevaricato en 2020. Aún está prófugo; su defensor fue el actual asambleísta Ricardo Vanegas.
Finalmente, El Gato dejó la prisión después de cumplir 2 años, cuatro meses y veinte días. Pero tenía que seguir presentándose ante las autoridades. De acuerdo con registros judiciales, la última vez que lo hizo fue el 29 de enero de 2016 en la Unidad Judicial Penal Norte Albán Borja.
Desde ese año, su recorrido criminal se disparó, pero en perfil bajo. Seguía siendo la mano derecha de El Capi Castro hasta que él fue asesinado, en 2019. Entonces, no solo trabajaba en alianza con el cártel de Sinaloa, sino también con el cártel Jalisco Nueva Generación. “Cuando matan a El Capi, El Gato pasa a ser el número 1 de esa estructura. Y su vínculo con El Flaco Miguel y El Topo Aguirre, quienes también salieron de forma simultánea, se fortaleció tanto que le abrieron cada puerta. El Gato ya conocía las rutas. Ellos solo afianzaron su rol en el narcotráfico en México”, relata la fuente, que también conoció de cerca a El Flaco Miguel, en la prisión de Guayaquil.
El gobierno ecuatoriano no tiene aún una estimación de cuántas toneladas de cocaína ha transportado El Gato Farfán y toda su estructura. La DEA, por su parte, proyecta que El Gato y su estructura podía exportar hasta seis toneladas de droga cada mes.
Lo que sí se sabe es que la obtiene desde laboratorios de fabricación asentados en el sur de la nación colombiana. Usa, además, todas las rutas de transporte terrestre y marítimo, siendo Ecuador un país privilegiado por puertos y rutas aéreas no vigiladas. La droga de El Gato llega a México, Centroamérica, Estados Unidos y África.
Ahora, El Gato irá —de ser condenado— a una prisión estadounidense, como ocurrió con alias Gerald. Y aún con los capos detenidos, la droga sigue circulando y transportándose desde Ecuador.