Viernes Santo: masiva asistencia a procesiones en Quito y Guayaquil
Multitudinarias procesiones por el Viernes Santo se realizaron en varias ciudades de Ecuador, donde los fieles demostraron su profunda fe católica y, a su manera, representaron también el viacrucis de la situación actual.
La procesión Jesús del Gran Poder de Quito, considerada la más concurrida en el país, ha congregado a miles de fieles en las calles de la capital ecuatoriana para admirar el paso de la sagrada imagen acompañada de la Virgen y San Juan Apóstol.
La imagen del Jesús del Gran Poder es una réplica del Nazareno de Sevilla, de más de 1,8 metros de alto y de unos 160 kilos de peso, que es paseada a lo largo de los 3,3 kilómetros de calles, algunas empinadas, de la capital.
Las imágenes son cargadas en andas por fieles que demuestran de esa forma su devoción, en una procesión que se tiñe de morado por la cantidad de cucuruchos con túnicas de ese color y verónicas custodiadas por soldados romanos, en una representación que evoca el vía crucis de Jesús hacia el Calvario.
Sofía Cordero es una quiteña que todos los años participa en esta procesión y que ahora repite para pedirle un milagro al Jesús del Gran Poder. Ella, según confesó a EFE, lo hace por convicción, por su credo, como «un pequeño sacrificio que Él se merece» y porque también le pide ayuda y fortaleza para la «sanación» de su familia.
Sin embargo, advirtió de que este año, como ya ha venido sucediendo antes -más con la pandemia- «hay menos gente» en la procesión, por lo que también pidió que se restaure la fe entre los ecuatorianos.
Miguel es otro de los fieles que participó en la procesión, lo hace desde hace 22 años, cuando una promesa de fe permitió que su padre sanara de una afección tras superar un asalto violento. Por ello pide con fe «paz y tranquilidad» en un momento en que en Ecuador ha recrudecido la violencia criminal, la delincuencia y la inseguridad.
«No piensen que Dios no ayuda», y es que cuando se pide con fe, «algún día Él les hará el milagro», remarcó Miguel que no dudó en mantener su participación en la procesión como una penitencia milagrosa.
También participó Elizabeth Otavalo, la madre de María Belén Bernal, una joven abogada asesinada por su marido en septiembre pasado, en un crimen que conmocionó a la sociedad ecuatoriana porque se produjo en un recinto policial donde su marido ejercía como instructor de una academia de cadetes.
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Otavalo comentó que su participación en esta edición de la procesión es un homenaje a su hija que solía caminar el Viernes Santo vestida de cucurucho. Ahora su penitencia es para pedir «que se haga justicia» terrenal en el caso de su hija, aunque dijo estar segura que «Dios también hará justicia».
En la ciudad costera de Guayaquil también se desarrolló la multitudinaria precisión del Cristo del Consuelo, donde muchos de los fieles caminaron descalzos el recorrido de unos tres kilómetros.
El arzobispo de Guayaquil, Luis Cabrera, también se sumó al clamor por la paz en esta ciudad del suroeste de Ecuador, una de las más afectadas por una crisis de inseguridad y de delincuencia que desde hace varios meses azota al país.
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Según el religioso, el pueblo guayaquileño clama por el fin de la violencia y se instale la paz en la ciudad y en todo el país. Las procesiones de Viernes Santo se han reproducido en casi todas las ciudades ecuatorianas, en una conmemoración que suele estar acompañada de otras tradiciones, sobre todo por la fanesca, el popular plato de la Semana Mayor en el país.
Esta es una sopa muy espesa elaborada con granos como maíz, habas, arveja, fréjol, arroz, chocho (altramuces), abundante leche, queso, zapallo (calabaza), condimentada con bacalao seco. Este contundente plato, que también se prepara en ciertos poblados del sur de Colombia y del norte de Perú, se suele acompañar con molo (puré de patatas) y dulce de leche.