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España gano 2-1 en tiempo suplementario a Suecia y esta ya en la final del mundial femenino

Un sueño perseguía España en Australia y Nueva Zelanda: ser campeonas del mundo. Ese sueño está hoy muy cerca. Tanto, que la selección ha empezado a soñar con los ojos abiertos. Porque la Roja jugará la final del Mundial por primera vez en su historia. Ha vuelto a escribirla al tumbar a Suecia (2-1), a quien nunca había vencido, para conseguir el billete a Sídney.

Convicción y confianza… y todo al rojo. Ese era el plan de España para reducir a su mínima expresión las virtudes de Suecia. La Blagult sabía que la estadística jugaba a su favor —11 enfrentamientos y ni una derrota ante la Roja—, y saltó al Eden Park intentando hacer brillar sus puntos fuertes —el juego aéreo y la potencia física— para intentar obviar la épica que la selección española se ha ganado a pulso en este torneo.

Convicción y confianza… y todo al rojo. Ese era el plan de España para reducir a su mínima expresión las virtudes de Suecia. La Blagult sabía que la estadística jugaba a su favor —11 enfrentamientos y ni una derrota ante la Roja—, y saltó al Eden Park intentando hacer brillar sus puntos fuertes —el juego aéreo y la potencia física— para intentar obviar la épica que la selección española se ha ganado a pulso en este torneo.

La certeza del que sabe que es el mejor en algo, como lo es la selección en someter desde la posesión, empujó al conjunto de Vilda a marcar los tiempos del partido. Y así empezó a generar peligro España, pero sin terminar de acercarse a la portería de Musovic. La más clara fue un latigazo cruzado de Olga Carmona —que con el pitido final debió pensar: ‘el que avisa no es traidor’— desde fuera del área que se marchó fuera lamiendo el palo.

Cuando el primer tiempo estaba cerca de llegar a su fin, la Roja bajó la intensidad, y el combinado sueco aprovechó para meter una marcha más. Eso hizo daño a la selección, que vio peligrar el marcador con una volea de Rolfö que sacó Cata Coll, y con un balón suelto en el área tras un córner que no atinó a cazar Blackstenius. Pero no pasó nada. Esta España ha aprendido a sufrir para ser grande.

Aguantó otros 10 minutos de asedio sueco el equipo español a la vuelta de vestuarios y Vilda decidió sacarse el ‘as’ de la manga, como había hecho ante Países Bajos. Salma Paralluelo entró por Alexia Putellas —cabizbaja— y España volvió a latir de nuevo: no había pasado un minuto de su entrada cuando ya se estaba revolviendo en el área para ponerla al punto de penalti a Alba Redondo. La ocasión quedó en nada, pero Suecia ya tenía el miedo en el cuerpo.

La siguiente que tuvo la Roja también fue santo y seña de Salma, en una muestra de que siempre hay que creer hasta el final. La velocista corrió a por un balón que parecía que se iba fuera e inventó oro: pase al área pequeña para Alba Redondo, que disparó como pudo desde el suelo y solo alcanzó a tocar el exterior de la red. Toda España contuvo la respiración: empezaba a crearse un ambiente de gloria.

La vencida fue a la tercera que tuvo Paralluelo, con experiencia en estos lares a pesar de sus 19 años —es campeona del mundo sub-17 y sub-20, y está a las puertas de volver a serlo con la absoluta—. Jenni Hermoso colocó el lienzo, y en él dibujó con escuadra y cartabón un centro perfecto al área. Rechazó el cuero la defensa sueca, que sin quererlo acababa de firmar el principio de su sentencia: la pelota cayó justo a los pies de Salma para que volviese a vestirse de heroína —como ante Países Bajos— y la clavase en la red con la derecha.

Menos de 10 minutos duró la alegría. Como había pasado ante la Oranje, Suecia firmó el empate aprovechando un despiste de la selección: Blomqvist remató desde el punto de penalti un balón bajado del cielo por Hurtig. Pero el destino no puede cambiarse. España sacó en corto un córner en la jugada siguiente y lo que pasó ya es historia. Esta vez no fue Salma. Fue Olga Carmona. La lateral izquierdo llevaba ensayando ese golpeo todo el partido, toda la vida, y clavó el disparo por encima de Musovic, con suspense tocando el larguero. 2-1 en el 89 y siete minutos de añadido.

El luminoso no se movería más. España es justa y merecida finalista de la Copa del Mundo. Solo queda un partido más para entrar en el Olimpo, para convertirse en la quinta campeona de un Mundial femenino. Deberá batir a la ganadora de la otra semifinal (Australia-Inglaterra).

La certeza del que sabe que es el mejor en algo, como lo es la selección en someter desde la posesión, empujó al conjunto de Vilda a marcar los tiempos del partido. Y así empezó a generar peligro España, pero sin terminar de acercarse a la portería de Musovic. La más clara fue un latigazo cruzado de Olga Carmona —que con el pitido final debió pensar: ‘el que avisa no es traidor’— desde fuera del área que se marchó fuera lamiendo el palo.

Cuando el primer tiempo estaba cerca de llegar a su fin, la Roja bajó la intensidad, y el combinado sueco aprovechó para meter una marcha más. Eso hizo daño a la selección, que vio peligrar el marcador con una volea de Rolfö que sacó Cata Coll, y con un balón suelto en el área tras un córner que no atinó a cazar Blackstenius. Pero no pasó nada. Esta España ha aprendido a sufrir para ser grande.

Aguantó otros 10 minutos de asedio sueco el equipo español a la vuelta de vestuarios y Vilda decidió sacarse el ‘as’ de la manga, como había hecho ante Países Bajos. Salma Paralluelo entró por Alexia Putellas —cabizbaja— y España volvió a latir de nuevo: no había pasado un minuto de su entrada cuando ya se estaba revolviendo en el área para ponerla al punto de penalti a Alba Redondo. La ocasión quedó en nada, pero Suecia ya tenía el miedo en el cuerpo.

La siguiente que tuvo la Roja también fue santo y seña de Salma, en una muestra de que siempre hay que creer hasta el final. La velocista corrió a por un balón que parecía que se iba fuera e inventó oro: pase al área pequeña para Alba Redondo, que disparó como pudo desde el suelo y solo alcanzó a tocar el exterior de la red. Toda España contuvo la respiración: empezaba a crearse un ambiente de gloria.

La vencida fue a la tercera que tuvo Paralluelo, con experiencia en estos lares a pesar de sus 19 años —es campeona del mundo sub-17 y sub-20, y está a las puertas de volver a serlo con la absoluta—. Jenni Hermoso colocó el lienzo, y en él dibujó con escuadra y cartabón un centro perfecto al área. Rechazó el cuero la defensa sueca, que sin quererlo acababa de firmar el principio de su sentencia: la pelota cayó justo a los pies de Salma para que volviese a vestirse de heroína —como ante Países Bajos— y la clavase en la red con la derecha. (Redacc. 20 min España)

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