«El coronavirus nunca debió habernos alcanzado»: muere el último hombre del pueblo indígena juma en Brasil.
BBC- 26 febrero 2021
El último miembro masculino del pueblo indígena juma en la Amazonía brasileña murió después de enfermarse de covid-19.
El fallecimiento de Aruká, la semana pasada, es el último golpe para un grupo originario cuyo número se redujo de alrededor de 15.000 a principios del siglo XX a solo seis personas en la década de 1990.
Aruká fue el último varón sobreviviente, pero como informa Juliana Gragnani de BBC News Brasil, sus nietos dieron un paso inusual para garantizar que se preserve su legado.
Se desconoce la edad exacta del último juma, pero se estima que tenía entre 86 y 90 años.
Durante su vida, Aruká fue testigo del declive de su comunidad que, alguna vez, contó con miles de personas que pescaban, cazaban y trabajaban la tierra en la región sur del estado de Amazonas.
Tras una serie de masacres llevadas a cabo por caucheros y la propagación de enfermedades mortales, el número de los juma disminuyó hasta que su familia fue la única que quedó.
«Siempre hablaba con tristeza de cómo en los viejos tiempos había muchos juma y cómo ahora él era el último hombre que quedaba», recuerda Gabriel Uchida, fotógrafo documentó la vida de este pueblo indígena.
Romper con la tradición
Aruká tuvo tres hijas, pero con la comunidad ya diezmada, ellas se casaron con miembros del grupo indígena uru-eu-wau-wau.
Según el sistema patrilineal de estas comunidades, esto significa que los nietos y bisnietos de Aruká son considerados parte del grupo de sus padres y no de sus madres.
Aunque, en una ruptura con la tradición, algunos de los nietos del llamado último juma decidieron identificarse como parte de ambos grupos originarios.
«Vamos a continuar con la tradición de nuestro pueblo», señaló Bitaté, uno de los nietos y que tiene 20 años.
«Él está con nosotros, vive con nosotros y representa a nuestra gente a través de los nietos y futuros bisnietos que vendrán», dice Bitaté sobre su difunto abuelo.
El primo de 18 años de Bitaté, Kuaimbú, se hace eco del sentimiento.
«No queremos que se olvide la lucha de nuestro pueblo. Estamos orgullosos de la lucha de nuestro abuelo y nuestras madres, y queremos continuar».
Kuaimbú incorporó el apellido de su abuelo al suyo y se hace llamar Kuaimbú Juma Uru-eu-wau-wau, un cambio que planea oficializar pronto para que también se refleje en su identificación.
«Soy nieto de un juma, hijo de una juma. Tengo derecho a llevarlo en mi nombre», afirma.
Apellido para luchar
La activista de derechos indígenas Ivaneide Bandeira dice que incluir «Juma» en el apellido es un hecho sin precedentes y que no lo ha visto en ningún otro grupo indígena patrilineal.
«Es un mensaje de parte de los nietos que dice que están aquí para quedarse y que están resistiendo», explica Bandeira, miembro de la Asociación de Protección Etnoambiental Kanindé.
La investigadora señala que la historia de los juma, como la de muchos grupos indígenas del Amazonas, es «una historia de muerte».
Riqueza
Desde la década de 1940 en adelante, los juma fueron atacados por personas que buscaban las riquezas de sus tierras, según la profesora Luciana França, de la Universidad Federal de Pará Occidental (norte de Brasil).
La última masacre documentada del pueblo juma fue en 1964, cuando los extractores de caucho de una comunidad cercana mataron a decenas de indígenas, según cuenta la antropóloga.
Por su parte, Ivaneide Bandeira indica que es impactante que el último sobreviviente masculino de las masacres y enfermedades que mataron a miles de miembros de su pueblo haya muerto por coronavirus.
La activista culpa al Estado brasileño por su «total incompetencia e incapacidad para brindar medidas de protección» para evitar que la enfermedad llegue a la aldea de Aruká.
Y sostiene que cualquiera que ingrese al territorio indígena debería haberse hecho una prueba y haber sido puesto en cuarentena para evitar que el virus se propague.
Bitaté también se suma a los cuestionamientos.
«Estamos lejos de la ciudad y hay pocos viajes. La enfermedad nunca debió habernos alcanzado. El gobierno no se preocupó. Es una falta de responsabilidad de su parte», asegura.
La muerte de Aruká no es un caso aislado.
Según la Secretaría Especial de Salud Indígena de Brasil, de un total de 896.900 miembros de pueblos originarios de ese país, 572 murieron por covid-19.
La organización indígena independiente APIB sostiene que el número de fallecimientos es mucho mayor y contabiliza 970 decesos debido a la pandemia.
Muchos de ellos, según sus cifras, son ancianos que mantuvieron vivas historias y conocimientos orales.
Legado para el futuro
Bitaté dice que su abuelo transmitió algunos de sus conocimientos antes de su muerte.
Hace dos años, Aruká cumplió su sueño de construir una casa comunal ancestral.
«Me enseñó sobre su arquitectura, cómo construirla y ahora sé cómo levantar una casa comunal juma», afirma el nieto.
Aruká también les enseñó a sus nietos cómo pescar y cazar, así como la historia de su gente y su cultura.
«Era un guerrero. Contaba historias de peleas con los extractores de caucho, de cómo, cuando fueron atacados, los juma se defendieron», recuerda el fotógrafo Gabriel Uchida.
Bandeira también describe a Aruká como «un símbolo de resistencia» cuyo legado será mantenido vivo por sus nietos y bisnietos.
«Las hijas y nietos de Aruká se quedarán y resistirán», concluye.
Cómo relatan los distintos evangelios las circunstancias del nacimiento de Cristo
Cada navidad, un pueblo relativamente pequeño en Cisjordania se vuelve el centro de atención: Belén.
Y es que según fuentes bíblicas, allí nació Jesús hace dos milenios.
Pero los evangelios del Nuevo Testamento no coinciden sobre los detalles del nacimiento de Jesús en Belén. Incluso algunos ni siquiera mencionan Belén o el nacimiento de Jesús.
Puede que las diferentes perspectivas de los evangelios sean difíciles de reconciliar. Pero como estudioso del Nuevo Testamento, argumento que los evangelios ofrecen importantes visiones grecorromanas de la identidad étnica y genealogía.
Hoy, la genealogía ofrece más conocimiento sobre el historial médico de una familia y ayuda a descubrir miembros familiares perdidos. En la era grecorromana, las historias de nacimientos y reclamos genealógicos se usaban para establecer derechos de gobierno y vincular individuos con alguna supuesta grandeza ancestral.
Evangelio de Mateo
Según el evangelio de Mateo, el primero del Nuevo Testamento, María y José estaban en Belén cuando nació Jesús. La historia comienza cuando tres sabios llegan a Jerusalén siguiendo una estrella que interpretaban como la señal del nacimiento de un nuevo rey.
Continúa describiendo su encuentro con el rey judío Herodes, al que preguntan sobre el lugar de nacimiento de Jesús.
El evangelio dice que la estrella de Belén les condujo a una casa -no un pesebre- donde Jesús había nacido con José y María.
Regalaron a Jesús oro, incienso y mirra. Eran presentes valiosos, especialmente el incienso y la mirra, consideradas costosas fragancias con uso medicinal.
El evangelio explica que, tras la visita José, soñó que le advertían que Herodes quería matar a Jesús.
Cuando los sabios acudieron a Herodes con la noticia de que había nacido el rey de los judíos, este planeó matar a todos los niños para eliminar la amenaza a su trono. Entonces cuenta como María, José y el niño Jesús huyen a Egipto escapando del intento de Herodes de matar a todos los niños.
Mateo también narra que, tras la muerte por enfermedad de Herodes, María, José y Jesús no regresan a Belén. En su lugar, viajan al norte, a Nazaret, en Galilea, que actualmente es la moderna Nazaret en Israel.
Evangelio de Lucas
El evangelio de Lucas, un recuento de la vida de Jesús escrito en la misma época que el evangelio de Mateo, tiene una versión distinta del nacimiento de Jesús.
Su evangelio comienza con José y María embarazada en Galilea. El viaje a Belén se debió a un censo que el emperador romano César Augusto ordenó para todos los judíos.
José era descendiente del rey David y Belén era el lugar donde le correspondía registrarse. Lucas no incluye un viaje a Egipto, ni al paranoico rey Herodes o sus intentos de asesinar niños. Los sabios tampoco visitan al niño Jesús en su versión.
Jesús nació en un pesebre porque los viajeros tenían ocupadas todas las habitaciones de Belén. Tras el nacimiento, a María y José solo le visitan pastores, también alegrados del nacimiento de Jesús.
Lucas relata que unos ángeles se aparecieron a los pastores y le anunciaron el nacimiento de Jesús. No hay estrella que guía, y los pastores no traen regalos al niño.
Lucas menciona que Jesús, María y José dejan Belén ocho días después del nacimiento y viajan a Jerusalén y luego a Nazaret.
Las diferencias entre Mateo y Lucas son casi imposibles de reconciliar, aunque comparten similitudes.
John Meier, un estudioso de la historia de Jesús, explica que «el nacimiento en Belén no forma parte de un hecho histórico» sino de una «afirmación teológica escrita en forma de narrativa histórica».
En otras palabras, que la creencia de que Jesús es descendiente del rey David conllevó al desarrollo de la historia del nacimiento de Jesús en Belén.
Raymon Brown, otro estudioso de los evangelios, señala que «las dos narrativas no son solo distintas, sino contradictorias en un número de detalles».
Los evangelios de Juan y Marcos
Lo que aún hace más difícil conocer la historia es que ni los evangelios de Marcos y Juan mencionan el nacimiento de Jesús o su conexión con Belén.
El evangelio de Marcos es el más antiguo sobre la vida de Jesús, escrito 60 años después de Cristo.
El primer capítulo dice que Jesús es de «Nazaret en Galilea». Esto se repite en varias ocasiones durante el evangelio y nunca se menciona Belén.
Un mendigo ciego en el evangelio de Marcos describe a Jesús como de Nazaret e hijo de David, el segundo rey de Israel y Judea entre el 1010 y el 970 antes de Cristo.
Pero el rey David no nació en Nazaret ni está vinculado a esa ciudad. Era de Belén. Aún así Marcos no identifica a Jesús con esa ciudad.
El evangelio de Juan, escrito unos 15 o 20 años tras el de Marcos, tampoco asocia a Jesús con Belén. Habla de Galilea como el pueblo de Jesús. De hecho, este encuentra a sus primeros discípulos, hace milagros y tiene hermanos en Galilea.
Esto no significa que Juan no era consciente del significado de Belén. El evangelista menciona un debate donde algunos judíos se refieren a una profecía que reclama que el mesías sería descendiente de David y vendría de ese lugar.
Sin embargo, en el evangelio de Juan nunca se asocia a Jesús con Belén, sino con Galilea y específicamente Nazaret.
Los evangelios de Marcos y Juan revelan que no pudieron vincular a Jesús con Belén o que no sabía que había nacido allí.
No fueron los únicos. El apóstol Pablo, quien escribió los primeros documentos del Nuevo Testamento, consideraba a Jesús un descendiente de David pero no le asociaba con Belén.
El Libro de la Revelación también afirma que Jesús era descendiente de David pero tampoco menciona Belén.
Identidad étnica
Durante la vida de Jesús existían muchas perspectivas sobre el Mesías.
Una corriente de pensamiento judía señala que el Mesías sería el gobernador eterno venido del linaje de David.
Otros textos judíos, como el libro 4 Ezra, escrito en el mismo siglo que los evangelios, y la literatura Qumran, escrita dos siglos antes, coinciden en la misma creencia.
Pero dentro de la biblia hebrea, un libro profético llamado Micah, que se cree escrito alrededor del 722 a.C., profetiza que el mesías vendría de Belén, el pueblo de David.
Este texto es repetido en la versión de Mateo. Lucas menciona que Jesús no solo está genealógicamente conectado al rey David, sino que también nació en Belén, «la ciudad de David».
Los reclamos genealógicos se crearon para importantes fundadores antiguos y líderes políticos. Por ejemplo, el fundador de las colonias griegas en Asia era considerado descendiente de Apolo.
Alejandro Magno, cuyo imperio se expandía desde Macedonia a India, se aclamaba como hijo de Hércules.
César Augusto, primer emperador romano, también fue proclamado descendiente de Apolo. Y un escritor judío llamado Filón que vivió en el primer siglo escribió que Abraham y el padre judío y profetas eran nacidos de Dios.
Al margen de que dichos reclamos fueran aceptados entonces como verdaderos, constituían la identidad étnica de una persona, su estatus político y su derecho al honor. Como explicó el historiador griego Polibio, las conocidas andanzas de los ancestros son «parte de la herencia de la posteridad».
Que Mateo y Lucas incluyeran la ciudad de Belén contribuyó a las afirmaciones de que Jesús era el Mesías nacido del linaje de David. Ambos evangelistas se aseguraron de que los lectores estuvieran al tanto de la conexión genealógica de Jesús con el rey David con la mención de esta ciudad.
Así que hoy, cuando la importancia de Belén se escucha en los villancicos o se muestra en los belenes, el nombre del pueblo conecta a Jesús con un linaje ancestral y la esperanza profética de un nuevo líder como lo fue en su tiempo el rey de David.