3 claves para entender el áspero duelo entre Bolsonaro y Lula (¿y puede el izquierdista ganar en primera vuelta?)
Los brasileños votan en polémicas elecciones plagadas de violencia y miedo
A primera vista, las elecciones de este domingo en Brasil pueden parecer una típica disputa latinoamericana por votos entre la derecha y la izquierda política.
Sin embargo, este duelo electoral que tiene como protagonistas al presidente brasileño de ultraderecha, Jair Bolsonaro, y al expresidente izquierdista Luiz Inácio Lula da Silva es especial por donde se lo analice.
Las últimas encuestas colocan a Lula como líder en las intenciones de voto, con una ventaja de entre seis y 14 puntos sobre Bolsonaro. Algunas dejan abierta la posibilidad de que gane la presidencia en esta primera vuelta, sin tener que ir a un balotaje el 30 de octubre.
Pero la dureza de la lucha electoral, el ánimo de los votantes y, sobre todo, las dudas sobre cómo actuaría Bolsonaro ante una posible derrota, llevan a expertos en política brasileña como Marco Antonio Teixeira a advertir que esta elección es «atípica».
Tres claves ayudan a entender lo que ocurre en la mayor democracia de América Latina.
1. Polarización extrema
Si bien hay 11 candidatos presidenciales registrados, esta elección en Brasil es un pulso entre Bolsonaro, de 67 años, y Lula, de 76.
La idea de organizar una «tercera vía» nunca se concretó en la práctica.
El candidato que sigue en las encuestas, el centroizquierdista Ciro Gomes, figura con menos de 10% de las intenciones de voto.
A diferencia de elecciones anteriores en que los contendientes se veían como adversarios, ahora hay una fuerte polarización donde se instaló la noción de «enemigo político», explica Vera Chaia, profesora de ciencia política en la Pontificia Universidad Católica de São Paulo.
«Con el enemigo no tienes diálogo, no respetas al otro: eso es lo que está ocurriendo», dice Chaia a BBC Mundo. «La propagación del odio y la visión estrecha del candidato Bolsonaro hacen que esta elección sea muy exasperada».

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Ese nivel de crispación se apreció claramente en el último debate de candidatos presidenciales el jueves por la noche, donde Bolsonaro y Lula intercambiaron acusaciones de mentir y tener pandillas dedicadas al desvío de fondos en sus gobiernos.
Durante la campaña, Bolsonaro planteó los comicios como «una lucha del bien contra el mal», se presentó como garante de los valores conservadores y cristianos, y se refirió a Lula como un «ladrón» que puede llevar a Brasil hacia un socialismo como el de Venezuela.
El presidente ha sido acusado de incitar la violencia política, con frases como la que lanzó en mayo al hablar de las alianzas de sus rivales: «Es bueno, un tiro solo mata a todo el mundo, o una granadita».
Bolsonaro ha negado que sus palabras estimulen la violencia.
Pero Lula lo responsabilizó por el homicidio de un simpatizante suyo que, según la policía, fue apuñalado en agosto por un seguidor del presidente tras una discusión política en un área rural del estado de Mato Grosso.
En julio, un militante del Partido de los Trabajadores (PT) de Lula fue asesinado a tiros por un policía que irrumpió en su fiesta de cumpleaños que homenajeaba al expresidente y gritó: «¡Aquí somos de Bolsonaro!»

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Lula ha buscado ampliar su base electoral con acuerdos como el que alcanzó con su candidato a vicepresidente, Geraldo Alckmin, un exrival suyo de centroderecha al que derrotó en las elecciones de 2006.
Pero el líder izquierdista tampoco rehuyó de la confrontación directa con Bolsonaro, a quien ha calificado de «genocida» por su respuesta a la pandemia de covid-19, y sostuvo que en las elecciones se juega «la democracia contra el fascismo».
Con un debate alejado de las propuestas de gobierno, es probable que la tensión política aumente más en Brasil si ningún presidenciable supera la mitad de los votos válidos en la primera vuelta y hay un segundo turno entre Lula y Bolsonaro.
2. Un mar de angust