Reportaje: Alternativas económicas para no explotar el Yasuní
(GK) Hay opciones a corto y mediano plazo que permitirían recaudar el dinero que se dejaría de producir si detenemos la explotación del bloque 43.
El debate para las elecciones anticipadas de agosto de 2023 arrancó oficialmente el 13 de julio pero la discusión sobre la consulta popular del Yasuní cobró fuerza mucho antes. Los ecuatorianos decidiremos si queremos seguir explotando el crudo bajo el bloque 43 en el Yasuní, considerada el área más megadiversa por kilómetro cuadrado del planeta. En una reciente columna expliqué por qué dejar el petróleo bajo tierra es el mejor negocio; aquí daré alternativas para no explotar el Yasuní que le permitan al país recaudar los fondos que se perderían.
En términos económicos, quienes defienden la explotación y promueven el no en la consulta, hablan de una pérdida para el país de alrededor de 1200 millones de dólares por año. Para llegar a esa cifra multiplican el valor de barriles promedio extraídos diariamente (55 mil barriles) con un precio de venta por barril de 60 dólares, y una producción ininterrumpida de 365 días.
Quienes promueven el sí, y dejar el petróleo bajo la tierra, hacen una crítica profunda a esa cifra porque no considera todos los costos asociados a la extracción, transporte, gastos de operación, pagos a empresas prestadoras de servicios, entre otros. Uno de los costos, por ejemplo, es el pago a las petroleras chinas que están operando en el Bloque 43, que es a donde realmente terminan yendo la gran mayoría de las utilidades de este bloque.
Los ingresos y los costos es lo que justamente Petroecuador presentó a la Corte Constitucional, en una de las audiencias previo al dictamen que dio paso a la consulta popular. Según la estatal petrolera, luego de todos los costos asociados a la extracción, transporte, comercialización y pago de empresas prestadoras de servicios dentro del Yasuní, el país tan solo recibirá alrededor de 148 millones de dólares por año. Una cifra ocho veces menor a lo anunciado por los defensores del no.
Este valor se acerca más a la cifra reportada por el Banco Central, para el periodo entre enero y abril del 2023, donde los ingresos petroleros de toda la producción nacional fueron de 601 millones. De ese monto se puede calcular que la cantidad que recibirá el Estado del Bloque 43 son apenas 198 millones.
Esto no representa ni el 1% del Presupuesto del Estado. Entonces, ¿queremos seguir explotando, contaminando y poniendo en riesgo al área más megadiversa del planeta por ese valor en un mundo afectado cada vez más por el cambio climático? O en lugar de ello, ¿no deberíamos dejar el petróleo bajo tierra y así posicionarnos como un país que empieza la transición y protege sus espacios biodiversos en un mundo con cada vez menos naturaleza?
Por otra parte, si bien esta cifra no pone bajo ningún concepto en riesgo la dolarización, ni tampoco requiere de ningún aumento de impuestos, para un país en desarrollo como Ecuador, todo dólar cuenta.
Por ello, es necesario plantear alternativas para no explotar el Yasuní a corto y mediano plazo para poder obtener una cantidad similar, o incluso superior, de recursos.
Las alternativas a corto y mediano plazo
En el corto plazo hay dos alternativas.
La primera es recuperar tan solo el 4% de la evasión de impuestos a nivel nacional, estimada, por el gobierno de Guillermo Lasso, en 7600 millones de dólares al año. Esto daría un valor de 300 millones de dólares sólo para el 2024. La segunda es obtener recursos adicionales, de alrededor de 600 millones, por nuevas actividades de Petroecuador hasta el 2025. Entre las dos opciones sumarían ingresos para el Estado de 900 millones de dólares cada año. Este valor es cuatro veces mayor a la renta petrolera que recibiremos por seguir explotando el Bloque 43.
La primera alternativa, de reducir la evasión tributaria en el país, ha sido un tema que varios gobiernos de distintas líneas ideológicas han querido lograr. En una sociedad civilizada los ciudadanos no deberían evadir sus obligaciones, considerando los altos niveles de pobreza y violencia, que se han multiplicado, y que probablemente aumenten por un nuevo fenómeno de El Niño, supercargado por el cambio climático.
El gobierno de Guillermo Lasso se ha planteado recuperar al menos 300 millones de dólares por implementar nuevos controles para mejorar la recaudación tributaria, entre los cuales está el uso de facturas electrónicas. El ingreso adicional podría servir para contrarrestar la pérdida de los ingresos por dejar de explotar el Bloque 43. Mientras que, con políticas de recaudación tributaria efectivas, como fueron la identificación y sanción a grandes evasores en el gobierno del expresidente Rafael Correa, se podría lograr miles de millones de dólares adicionales a la economía.
La segunda alternativa a corto plazo —entre 2 y 3 años— involucra el trabajo que tendría que hacer Petroecuador. Este se podría dividir en dos frentes. El primero es la recuperación urgente de los 1,235 millones de metros cúbicos de gas que se queman anualmente en los pozos petroleros del país, en más de 400 mecheros ubicados en la Amazonía ecuatoriana. Esto hace que este espacio sea un lugar de sacrificio para la naturaleza y las comunidades.
Ecuador ya tiene una orden judicial de apagar todos los mecheros hasta el 2030 por las afectaciones a la salud. Este proceso legal fue abanderado por 9 niñas de la Amazonía en un juicio sin precedentes a nivel internacional.
Según el mismo Petroecuador, están preocupados por no haber podido cumplir la primera etapa de esta decisión. Estaban obligados a apagar mecheros que queman gas cerca de las zonas pobladas hasta marzo de 2023. Pero no lo han cumplido. Están buscando socios internacionales para aprovechar el gas de distintas formas, como generación energética o envasarlo para comercialización en lugar de quemarlo.
Si consiguen quién compre el gas envasado, podrían tener ingresos de hasta 400 millones de dólares por año.
De acuerdo a investigaciones de Fernando Reyes Cisneros, especialista petrolero por más de veinte años, se podrían generar 800 millones de dólares con métodos de recuperación mejorada de petróleo en los campos existentes. La idea es que Petroecuador aplique estas técnicas sofisticadas que permiten, por ejemplo, aumentar la presión de extracción del yacimiento, incrementado así el número de barriles extraídos, así como también mejorar la velocidad de desplazamiento del crudo durante su extracción.
A mediano plazo, el Ecuador tiene una serie de oportunidades económicas que no han tenido precedentes en nuestra historia desde el retorno a la democracia. Son oportunidades coyunturales que se dan en un proceso acelerado de transformación económica para enfrentar el cambio climático. En un contexto para evitar un escenario catastrófico. Esta evolución requiere una enorme cantidad de recursos económicos que pueden ser captados por nuestro país.
Si decidimos dejar el petróleo del Yasuní bajo tierra, el mensaje del Ecuador tendrá un eco internacional que nos podría dar acceso privilegiado a nuevos modelos de recursos ambientales. Por ejemplo, el mercado de bonos sostenibles y relacionados (GSSSB por sus siglas en inglés) es un enorme. Crece de manera exponencial desde el 2018 (excepto una caída en 2022 por la pandemia y sus efectos en la economía).
Este tipo de bonos se diferencian de los regulares porque el uso de los recursos obtenidos está garantizado por un compromiso de uso exclusivo de los fondos para financiar o refinanciar proyectos “verdes”, activos o actividades en esta misma línea. El uso de estos bonos podría ser, por ejemplo, financiar un proyecto de reconversión energética que le permita a una empresa reemplazar su necesidad del petróleo como fuente de energía hacia alternativas menos contaminantes.
La proyección de emisión de estos bonos en 2023 será de 1 billón de dólares, según S&P Global.
Ese cálculo es apenas el inicio. El valor de oportunidad, calculado por Oxford Economics para la economía verde a nivel global, es de 10.3 billones. En esa área, los países megadiversos como el Ecuador, pueden jugar un rol fundamental, captar oportunidades y generar progreso.
En conclusión, existen alternativas económicas que le permitirán al Ecuador dejar de explotar y contaminar al Yasuní. Además, votar sí en la consulta popular nos catapultará a reposicionarnos a nivel internacional. Como consecuencia del cambio climático, los espacios megadiversos como el Yasuní van cobrando mayor valor que el petróleo bajo tierra.
Ha llegado entonces el tiempo en el que nos atrevamos a soñar que podemos formar parte protagónica de la transformación verde a la que el mundo se está enfrentando. Y que esto nos permita generar un progreso real, más justo y equitativo, muy superior al que supuestamente nos dio más de cincuenta años de la explotación petrolera.